
Presencial-Online. Comodidad-Incomodidad. Conectando-Reconectando. Ventajas-Desventajas.
Restricciones que nos dejan confinados y en aislamiento ocasionando distanciamientos sociales, familiares y laborales. Desde hace poco más de un año los países ensayan y alternan, adoptando distintas medidas para contener la ola de los contagios por la pandemia de COVID-19. Motivo por el cual también la atención psicológica tuvo que sostenerse a distancia, y se ha logrado debido a la tecnología, una opción que ofrecen los profesionales de todo el mundo.
Si revisamos la historia, la terapia a distancia se remonta a los inicios del psicoanálisis. Su creador, S. Freud trataba a muchos de sus pacientes por correspondencia, es decir, por carta. Y si bien los efectos causados por la pandemia han abierto el debate sobre los pros y contras de esta nueva “normalidad/modalidad”, la terapia a distancia podría decirse que se acercaba ganando adeptos hace ya algunos años. Porque ese encuentro mediado por llamadas telefónicas y videollamadas, ya existía, aunque era excepcional. Quizás por un paciente que estaba de viaje o se había mudado, una emergencia.
La modalidad de la terapia online puede ofrecer diversas concesiones, entre ellas podemos mencionar la posibilidad de tener un encuentro terapéutico desde el lugar donde uno se encuentre; la diversidad de plataformas como las salas virtuales de Zoom o Whatsapp, permiten trascender fronteras. A su vez, recorta los horarios de desplazamientos, ampliando la variedad de horarios en los que se pueden pautar las videollamadas. En una entrevista presencial hay un tiempo de viaje, de fantasías y rodeos, de reflexiones antes de cada sesión, que en la modalidad online se ve totalmente omitido, porque se pasa de una tarea del hogar o laboral a presionar un botón y hablar con el terapeuta.
Para muchas personas las pantallas propician un lugar seguro, un potencial recurso qué podría motivar finalmente el inicio de una terapia. Estar en un contexto conocido, como la propia casa, puede facilitar a los pacientes para hablar de temas delicados, que en el trato cara a cara podrían mostrar ciertos reparos. Es como si se sintieran amparados por la distancia; la pantalla oficia de velo y permite a algunos vencer ciertas resistencias. Pero también es una oportunidad para aquellas personas que se encuentran con la movilidad reducida.
Cada vez son menos las desventajas de esta modalidad. Si bien las interrupciones por déficit en la conexión en ocasiones suele ocurrir, los mismos proveedores de servicios y plataformas han ido modificando y mejorando en post de garantizar un mejor servicio.
Hay quienes sostienen que el vínculo que se establece en la modalidad presencial no puede ser reemplazado por ningún encuentro virtual. Quizás no se trate de un reemplazo, sino de una nueva forma de hacer con el padecimiento subjetivo y porque no una nueva clínica; pero que por supuesto tampoco puede aplicarse en todos los casos. Será el profesional de la salud quien evalúe si el caso puede ser trabajado bajo esta modalidad o si requiere del encuentro en presencia, dependiendo del malestar del que se trate.
Florencia Andrich, psicoanalista.