12 de febrero de 2025

¿Por qué se supervisa un caso? ¿Qué es lo que nos conduce a llevar un caso a control?

El concepto de supervisión dentro de la psicología es un dispositivo psicoanalítico. Freud sostuvo que un analista debe formarse en la teoría, atravesar un análisis y supervisar sus casos. A esto llamamos el trípode freudiano. No se trata de un deber superyoico sino de un requerimiento ético para analizar a otros. 

¿Por qué se supervisa un caso? ¿Qué es lo que nos conduce a llevar un caso a control?

Como primera respuesta podríamos decir que se trata de un obstáculo, de algo que dificulta el desarrollo de un análisis. Los obstáculos pueden responder a varias causas, algunas de ellas suelen nombrarse como «inicios de la formación», «recorrido analítico», «experiencia clínica incipiente», etc.

Pero por otra parte, el trabajo analítico opera en relación a un obstáculo que responde a la estructura misma del inconsciente, y que por lo tanto no es evitable ni depende de la formación o experiencia del analista. El modo de trabajar respecto a ese obstáculo es contando con él -contando con el malentendido que instala la palabra, con la naturaleza de la pulsión, con el movimiento de apertura y cierre del inconsciente- que se relaciona con la concepción freudiana de la transferencia como condición del análisis y a la vez como resistencia, en tanto amor de transferencia.

¿Qué es entonces lo que se supervisa?

De lo que se trata es de la posición del analista en la dirección de la cura.

Suelen surgir en el marco de la supervisión cuestiones no trabajadas por el supervisante en su propio análisis, que pueden ser causa de una dificultad en la escucha, en un momento dado. El espacio del análisis de control toca lugares que a veces el análisis personal no ha llegado. Sin embargo, la supervisión no sustituye el análisis. 

Partimos de qué quien pide supervisar está con dudas frente a determinada situación transferencial, o con dudas diagnósticas, etc. Quien lo escucha intenta leer allí y transformar, eso que cuenta el analista sobre el decir de su paciente, en algo legible. Poder darle a los tropiezos, inhibiciones o angustia del analista el valor de una pregunta, conmover eso que conmueve a quien relata para permitir que algo de ello posibilite la eficacia de la pregunta, que producirá efectos en la dirección de la cura respecto del sujeto analizante sobre el cual se trabaja en el caso presentado.

El saber hacer ahí, puesto en el lugar de sublimación, la recuperación de la  invención, es algo a lo que apunta el supervisor. Intenta flexibilizar la teoría que trae quien supervisa sobre su paciente.

El analista supervisor está con su saber, que es al mismo tiempo su falta.

Necesidad de apertura, de revisión, de replanteo. “Super-visión”, es decir, una visión más amplia…una posibilidad de revisar el recorrido trabajado con el paciente. Oportunidad de materializar, de escribir sobre ese caso.

Freud indicó a los analistas abordar cada caso como si fuera el primero, sin ninguna acumulación de saber, escuchando la singularidad. Esta indicación obviamente no descarta el trabajo del analista respecto a la teoría y a la técnica, pero sigue dejando en primer plano el estatuto del saber en psicoanálisis, aquel que responde a la estructura misma del inconsciente.

Podemos pensar que la supervisión atraviesa un trayecto que en el mejor de los casos podría estar trazado entre lo contingente y lo necesario. Lo contingente es lo que cesa de no escribirse. Lo necesario es aquello que no cesa de escribirse.

¿Qué caracterizaría » fenomenológicamente» a lo contingente? La urgencia, la dificultad que no se resuelve, la confusión o la inseguridad frente al caso, la idea de inexperiencia, etc. Esto supone entonces que se supervisa para salir de ese atolladero, para atravesar este obstáculo. 

En este punto, el del obstáculo y su superación, podemos decir que la supervisión está concernida, pero ¿de qué modo? ¿Como algo que se asocia a una intervención respecto a la cantidad de experiencia, a la acumulación de «conocimientos» de quien supervisa? Pensar la supervisión de este modo supondría asociarla con los primeros tiempos de la práctica, pero esto nos vuelve a enfrentar con la indicación del trípode freudiano, que no fue planteado para un momento, sino para la puesta en juego de la práctica analítica. En cualquier momento.

Y aquí entonces pasamos a la categoría lógica de la necesariedad.

Este trayecto entre lo contingente y lo necesario que todos los que nos proponemos como analistas atravesamos uno por uno. Tal vez una de las cuestiones orientadoras en este punto sea la expresión lacaniana en cuanto a que es «indispensable que el analista sea al menos dos: el analista para producir efectos y el analista que teorice esos efectos»

En todo caso, la supervisión es uno de los lugares donde el analista se vuelve, teoriza, construye en relación a los efectos de sus intervenciones.

Es importante incluir también, otra dificultad que surge en la supervisión: la comunicación del caso, esto es, el modo cómo se transmiten los problemas de la clínica. ¿Qué se pierde al contar un caso? ¿Qué ocurre al analizar en un idioma y supervisar en otro? ¿Cuánto del analista y su escucha operan en la traducción?

Surge aquí una interrogación ¿podría pensarse a la supervisión como un análisis del analista?

Aclaremos: en un análisis se trata de la singularidad de los avatares de un sujeto respecto a su deseo…En una supervisión, no es de lo que le ocurre al analista como sujeto de lo que se trata, sino de la puesta en juego de una función y de un posicionamiento: la función deseo del analista respecto a un caso y su posicionamiento en el lugar de la palabra, el lugar del Otro.

El sujeto en juego en un análisis es el sujeto del inconsciente. Hay allí un solo sujeto, en tanto el analista opera desde su función de tal.

¿Cuál sería entonces el sujeto en la supervisión? Puede pensarse que en ella, el sujeto es la experiencia analítica misma.

¿Cómo precisar los términos entre una demanda de análisis una demanda de supervisión? En un análisis la demanda se presenta en relación al padecimiento en relación al síntoma. El analista intenta escucharla, precisarla en cuanto a la modalidad de su relación al deseo y también afectarla. De hecho no todos los pedidos de análisis se tornan en demanda y dan lugar al establecimiento de un análisis.

En la supervisión, donde también hay una demanda, ésta surgirá en relación al obstáculo en la escucha y a la relación del analista a su acto.

Para concluir: la dirección de la supervisión pivotea sobre tres ejes fundamentales: la particularidad del posicionamiento del analista, el despliegue de la función deseo del analista en cada caso y la afectación de la posición del supervisante respecto a la estructura del SsS (Sujeto supuesto Saber).

Freud Sigmund, Consejos al médico” Obras completas, Edición Ballesteros, Tomo II, página 1657

Freud S, Obras completas, Edición Ballesteros, Tomo III, página 2454

Freud S“Análisis terminable e interminable”, Obras completas, Edición Ballesteros, Tomo III, página 3361

Freud S,  “El porvenir de la terapia analítica” Obras completas, Edición Ballesteros,

Freud S. “Análisis terminable e interminable”, Obras Completas. Tomo III Edición Ballesteros

Florencia Andrich, Psicoanalista.

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