
«Luciano Lutereau reflexiona sobre el aumento de las afecciones mentales durante la cuarentena…»
EL HACER NO CALMA LA ANSIEDAD | FOTO:CEDOC.
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«Si algo caracteriza a este siglo es la ansiedad, que lleva al hacer. El ansioso siempre termina en alguna compulsión. No puede parar, pero hacer no calma la ansiedad, la potencia; es como el chupete para un niño, que da sosiego pero genera dependencia. Tranquilizarse compulsivamente es el problema de la ansiedad. Es como le ocurre al nadador que se desespera pataleando y braceando, pero así no hace más que hundirse. De la ansiedad uno se salva cuando aprende a flotar: cuando se advierte que quedarse quieto no necesariamente hunde, no hace falta sostén, el mundo sigue estando ahí, no se cayó nada, es un ratito nomás.»
Un artículo que intenta abordar la complejidad de estos dos conceptos en el desasosiego que puede producir la ansiedad y el pre-sentimiento de la angustia.
La ansiedad como uno de los afectos junto a la tristeza y al dolor, que provoca ese salto a ninguna parte, siempre vacío imposible de colmar. Ansia que desespera en la espera fantaseada e inquieta sin resultados, y se transforma en angustia.
Luciano se pregunta, ¿Qué pasa cuando sentimos que el mundo no está ahí? Ahí es cuando deviene la angustia; ante la incógnita, la incomodidad, cuando justamente algunas cosas sueltas parecen transformarse en «el mundo». La angustia, un afecto que no engaña porque invade sin permiso haciendo uso de cuerpo y alma. Aflige la propia existencia, haciendo del mundo un lugar insoportable de habitar. Pero aún así la angustia permite guiar a quien sabe escucharla, por eso a veces, es necesario que tenga un lugar para ser escuchada y así tramitarla.
Un recorte que articula e intenta hecha luz, a lo oscuro de la ansiedad.
Revista Noticias. 01-06-2020 10:38