
Desbrujulados llegan los padres a la consulta. Desconcertados están los docentes. Tanto el hogar como la escuela, son foco de los nuevos desafíos que desata el «día a día» de una estadística de contagios y de fallecidos que no parece detenerse. Al igual que los cambios. La rutina ha dado paso a la incertidumbre. Lo que antes resultaba parte de una agenda programada con tiempo, se ha vuelto hoy, un imposible de sostener. La sorpresa se ha puesto a la orden del día.
Las medidas de distanciamiento social adoptadas por los distintos países para disminuir la propagación del virus, han llevado a opciones tales como el tele-trabajo y el aprendizaje escolar por internet desde casa. Los efectos de la pandemia y sus consecuencias se han hecho presentes en los hogares, produciendo modificaciones en los vínculos: entre padres e hijos, con la escuela, y también en el ámbito laboral de los adultos.
La incertidumbre que ha generado la vuelta a clases y las consecuentes suspensiones de las mismas ante los contagios o nuevos brotes, hacen difícil la organización familiar, generando nuevamente situaciones excepcionales.
Muchas familias enfrentan ahora las dificultades de un confinamiento parcial ¿Cómo prestar atención a los niños cuando tele-trabajamos? Esta ha sido una de las preguntas clave, por parte de muchos padres y madres. ¿Cómo establecer y adaptarse a una nueva rutina estando todos en casa? ¿Es momento de preocuparse ahora por el exceso de tiempo frente a las pantallas?
Si algo puso en descubierto la pandemia por covid-19, y la consecuente estadía de los chicos en casa, es la presentación de una serie de “transformaciones” en el rol de los padres. Esta crisis ha magnificado sus funciones, teniendo que asumir roles a los que no estaban acostumbrados: ejercer de maestros y cuidadores; ser compañeros de juego; dictar límites y organizar nuevos hábitos en casa; explicar a los niños lo que ocurre sin atemorizarlos.
Como profesionales de la salud, nos encontramos en la actualidad con muchas consultas de padres: no sé que hacer, los niños se aburren, están angustiados, no logramos organizarnos con las tareas, no encontramos momentos de diálogo, nos da miedo salir, etc.
¿Qué cuestiones visibilizó la pandemia? ¿Qué queda “invisibilizado” en época de clases presenciales?
En algunos casos, los padres se presentan “desbrujulados”, no saben cómo alojar y sostener a sus hijos por el malestar producido en el confinamiento. Algunos tampoco pueden ofrecer un acompañamiento anteponiendo sus propias angustias. Como explicaba una paciente, “mi cabeza es como una lavadora, no puedo parar de pensar en que va a suceder mañana.”
La institución escolar, las actividades extraescolares ¿qué función le suponemos los padres a la escuela? ¿Se han delegado en las instituciones educativas la contención y el acompañamiento de los niños? Sabemos que los niños pasan una buena parte del día en la escuela, por ello ¿debemos suponer que allí quedarían satisfechas sus necesidades?
¿Cómo recuperar un espacio familiar donde pueda ofrecerse a los niños y adolescentes un ambiente facilitador y contenedor, habilitando la circulación de la palabra para que cada uno pueda manifestar allí sus miedos e incertidumbres?
La falta de perspectiva, el “no saber” y el quedarse sin ir a la escuela de forma indefinida, puede generar en los niños niveles de ansiedad, de estrés y angustias, manifestados, a veces, en la conducta, en la alimentación, los enfados hacia sus padres, hermanos, amigos.
Como adultos somos responsables de que nuestras inquietudes no lleguen directamente a nuestros hijos. Debemos lograr pedir ayuda a los profesionales correspondientes para aliviar nuestra propia angustia. Esto nos permitirá estar atentos y disponibles, hacernos el tiempo para jugar, para escuchar la demanda de nuestros hijos.
Sería preocupante que un niño no tenga con quien jugar, con quién generar un lazo seguro y recreativo. Es importante que seamos pacientes, que generemos momentos de actividades y charlas en familia, así como también instancias de independencia y descanso, e intentemos una convivencia lo más amena posible.
Aunque nos resulte difícil el ejercicio, quizás tengamos que centrarnos más en lo que ganamos que en lo que perdemos. Afrontar las prioridades de una situación disruptiva como la pandemia, también significa tomar conciencia y decidir a qué estamos dispuestos a renunciar. Priorizar es también dejar de hacer algunas de las cosas que hacíamos para dar lugar a lo nuevo.
Autor: Florencia Andrich. Psicoanalista
MP:54035 – MN:54403
florenciaandrich@gmail.com
Octubre 2020