
Sinopsis: Los niños son sujetos en constitución, cada uno es único, habita el mundo familiar, escolar y social de modos diferentes. Cada uno responde a las demandas y exigencias de las tareas que le llegan del mundo de los adultos de diferentes maneras.
A veces, para los adultos es difícil lograr expresar en palabras los sentimientos, las emociones, los miedos, pero tanto más complejo resulta para los más peques. Ellos recurren a otras formas de manifestación ¿son ellas las conductas disruptivas? ¿Es por ello que no logran concentrarse en la tarea? ¿Su desobediencia, obedece a sus propias inquietudes?
¿Cómo pensar la infancia teniendo en cuenta la subjetividad de la época? ¿Por qué es importante hablar del tiempo en la infancia como en la niñez?
Si pensamos en los diagnósticos ¿qué significa diagnosticar? ¿Por qué diagnosticar a un niño? ¿Un diagnóstico es para siempre? ¿Alivia un diagnóstico?
Y para terminar la propuesta, ¿qué lugar para los padres y docentes, ante las repercusiones que implica un diagnóstico, y su posible consecuencia la medicación? Estos son algunos de los interrogantes que fueron desarrollados a lo largo de del encuentro el martes 9 de junio. Aquí les dejamos un pequeño resumen del contenido.
En la infancia el psiquismo del niño va constituyéndose en un proceso continuo, mediante avances y retrocesos, que se destacan por las inquietudes del propio infans. Se adquiere la valiosa herramienta del lenguaje, de la cual el niño aprenderá a valerse, para nombrar objetos, pero también para nombrarse a sí mismo. El sujeto interpretará el mundo de acuerdo a sus propias relaciones de sentido, y a partir de ello es que logrará expresar su singularidad psíquica históricamente construida.
Teniendo en cuenta que el concepto de Infancia es una construcción socio-cultural se debe tener en cuenta el contexto actual: la sociedad se caracteriza por lo efímero, la urgencia y la eficacia. Época del consumismo generalizado, que no tolera la demora.
¿Cómo son los tiempos para un niño que está en un momento de constitución, de exploración, que necesita jugar? Y aquí parece ser necesario hacer una diferenciación entre: tiempo cronológico y tiempo lógico. Hablar de tiempo cronológico, es hacer referencia a ese tiempo que nos marca el reloj, medible, observable e irreversible. Tiempo señala su edad, como su curso escolar. Empero, el tiempo lógico es un tiempo subjetivo, un tiempo que no se mide, un tiempo que pertenece al niño. Hace referencia a su edad mental, a su tiempo de constitución psíquica, a la singularidad de su desarrollo emocional.
¿Qué tiempo les queda a estos niños hoy? ¿Cuántas horas les quedan para el juego simbólico, para las fantasías, para disfrutar con su familia y amigos incluso para aburrirse?
Exigencias y expectativas se depositan, tanto de los adultos como de la sociedad misma, en los niños, en la infancia. ¿Que se espera de un niño hoy en día?
Por lo general, se anhela para los hijos lo que se considera que es mejor, buenos estudiantes, deportistas, etc. ¿pero desde donde realizamos esta lectura de lo que es bueno y de lo que no lo es? La norma a veces pone el acento en lo deficitario, en el “menos”, donde se resta el logro que el niño alcanza. Una lectura que olvida que cada niño es único.
Frases que se escuchan en consulta: “no para quieto, no se centra en clase, siempre se mete en líos, no se relaciona con los demás compañeros, ha suspendido casi todos los exámenes, retrasos en el habla, nivel de lecto-escritura» etc. Son signos, chirridos que se escuchan se observan, pero que, deben ser leídos con cautela y teniendo en cuenta siempre el contexto y la subjetividad del caso.
Los diagnósticos ¿Que suponen? ¿Que implican en la infancia?
En la actualidad, los diagnósticos de enfermedades mentales, están fundamentados en el manual llamado DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, una clasificación de las enfermedades mentales realizada por la APA (American Psychiatric Association) y son enunciados descriptivos sobre lo observable, que no contemplan la historia del niño. El DSM intenta poner en orden las conductas, y también los modos de sentir. ¿Cómo medir un sueño, un deseo, un afecto? ¿existe un medidor para la angustia? Pareciera que no se toleran las pasiones del alma: los duelos, las tristezas. El DSM quiere “curar” lo que nos hace humanos.
Pensar las conflictivas infantiles no implica una respuesta inmediata, ni definitiva. Por tal motivo los diagnósticos en la infancia deben escribirse “con lápiz” y tienen que ser revisables. Fundamentalmente lo que hay que detectar es cuándo aparece el sufrimiento en un niño. Por eso, mucho más que diagnosticar de qué tipo de trastorno psíquico se trata y ponerle un nombre, mucho más que “tipificar”, “catalogar” algo, el tema es comprender/pensar/escuchar cuáles son las manifestaciones que presentan dificultades, manifestaciones/conductas que se presentan como disruptivas, cuáles son las conflictivas que expresa/que intenta expresar y a quiénes incluye/o a quienes se dirige con dicha conducta. Este modo de diagnosticar es el que llevamos adelante desde el psicoanálisis, tiene que ver con “Inteligir”, significa leer entre líneas, entender las lógicas que configuran una situación sufriente.
Medicación ¿qué significa la toma de medicación?
En una sociedad sostenida por la prisa y la urgencia, la respuesta estandarizada encaja y la medicalización encuentra su lugar.
En la infancia, el modo de manifestar ciertos malestares es a través de las conductas y no siempre con las palabras (dado que es el momento de apropiación del lenguaje) ¿Qué lugar estamos dando a las manifestaciones de conducta de los niños si intentamos acallarlas con la medicación?
El déficit neurológico existe, y en ese caso es realmente necesario compensar tales deficiencias con medicación, pero siempre será necesaria una evaluación del caso por caso, que indague las particularidades de ese niño, más allá de que los síntomas puedan reflejarse en las descripciones diagnósticas.
Ahora bien, y para los padres ¿qué lugar?
Cuando se diagnostica ¿quién recibe ese diagnóstico? ¿es sólo el niño? ¿Qué lugar para esos padres entre el diagnóstico y su niño?
De alguna manera resulta imposible estar preparados, tener un saber que garantice que hacer, un saber de lo que le ocurre al niño. En cambio, si estamos disponibles nos permite estar abiertos a “escuchar”, “ver” y “hacer”. Un niño necesita no solo estar acompañado, sino sentirlo.
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AUTORAS: Florencia Andrich; Ane Txapartegi Altuna y Silvina Fondra
PROFESION: Psicólogas
Resumen de la charla online, realizada el día 9 de junio de 2020. Organizada por Hitzez Psikologia Zentrua, con la participación de Florencia Andrich, desde Argentina. Lic. en Psicología de la Universidad de Bs. As (UBA) Argentina. Psicoanalista. Especializada en Psicología Jurídica. Lleva adelante su práctica clínica en la ciudad de La Plata, Buenos Aires. El tema que convoca su invitación, trabajo de tesis: «Un más allá del fracaso escolar», y su amplio recorrido clínico en el ámbito educacional.