El duelo, la muerte, dos conceptos que en lo imaginario evocan la oscuridad de las sombras, producen un dolor confuso imposible de explicar acompañado de una tristeza difícil de ocultar, pero que, a su vez el sujeto aunque así lo quisiera, no podría evitar.
¿Que es el duelo? ¿Que lectura desde el psicoanálisis podemos hacer de esta palabra, que tanto afecta con solo nombrarla? No alcanza una palabra para decir por que duele tanto, solo podemos bordear desde una concatenación de palabras, algo de lo que genera ese malestar.
Creo que cuando nos referimos al duelo no solo hablamos de la pérdida de una persona amada, sino que cuando atravesamos un proceso de duelo la pérdida alcanza algo más allá. Por que el desvalimiento frente a la inmensidad que abruma, el vacío que encontramos, nos arrebata esa estabilidad emocional que hasta el momento se sostenía.
Lo impreciso del duelo corresponde a la ausencia de palabras para describir el momento, el instante en que se es atravesado por el dolor, la angustia ¿que palabra usar, cual es la adecuada para nombrar eso imposible? Aún así, el duelo es normal, no es patológico. Todos de alguna manera u otra han transitado una pérdida, se suele transcurrir por varios duelos en el curso de la vida, ya sea por un amor, por un hijo que se va de casa, por los años que pasaron, por los ideales, por el pasado y por el futuro que no será, etc.
Vamos cincelando una idea de que es el duelo.
Un proceso, un afecto, una reacción ante una pérdida. El duelo entretanto entendido como un proceso implica movimiento, tiempo de elaboración, trabajo de desligadura, des-enlazar el lazo tejido al objeto perdido. Pero incluso es algo más. Por que el duelo toca afectos que conmueven, que se van encontrando unos a otros, devine angustia, señal de que algo no marcha bien. Implica un dolor psíquico que alcanza al cuerpo, estremeciéndolo. Cuerpo real que se precipita cuando ya no soporta más y comienza a soltar indicios del cimbronazo que se produjo, sollozos, congoja, desánimo, experiencias displacenteras que entran en escena sin permiso. Duele, el cuerpo se convierte en un lastre del cual el sujeto quisiera escapar, como si fuese un alma allí atrapada. Sujeto que tiene oportunidad de evocar recuerdos cual álbum de fotografías enseñaría contento, sin embargo se siente invadido por los recuerdos, por los pensamientos, de lo que fue pero sobre todo por lo que no será.
Hablamos de pérdida, S. Freud se pregunta por el dolor psíquico que genera una pérdida, como es que algo que se produce en lo real afecta nuestro psiquismo ¿Que perdimos? ¿Que nos hace-falta? ¿De que pérdida se trata en el duelo?
Ahora bien, de acuerdo con J. Lacan el duelo en tanto que implica movimiento, se presenta como un desafió a la estructura subjetiva, señala de esta manera que este proceso de duelar lo perdido es propio de cada sujeto, es en función de la propia singularidad que cada uno podrá elaborar esa pérdida. Desafió dirigido a enfrentar la catástrofe que ocasiona el real de la pérdida, exigiendo reparación y redistribución de la libido. Razón por la cual se sostiene que el duelo conlleva un trabajo de elaboración, que permite al sujeto también persuadir el dolor de la ausencia interrogando lo que caracteriza el acontecimiento de una desaparición como es la muerte. La certeza de que aquello ya no está, su devenir único e irrepetible, la imposibilidad de suponer el retorno, lo irreversible que se sostiene inconmovible. Interrogantes que se plantea el sujeto, mientras des-enviste pieza por pieza con lo que había investido al objeto perdido.
Trabajo que en su elaboración encontrara consuelos y desconsuelos, S. Freud nos dirá que «dejamos traslucir nuestro afán de rebajar la muerte de necesidad a contingencia» como una forma de respuesta a lo inexplicable del dolor.
Autor: Silvina Fondra.
Profesión: Psicóloga en Hitzez Psicología Psicoanálisis
